domingo, 1 de junio de 2008

Las prisas no son buenas consejeras

El Ayuntamiento tiene encima de la mesa la posibilidad de aprobar un PGOU que no llueve a gusto de todos y que tiene la obligación, por la herencia de los otros Gobiernos anteriores, de ser serio y justo en sus respuestas a los que han pagado los platos rotos de todo este engranaje corrupto del GIL. De nada sirve que se cumplan los plazos establecidos si los afectados, los grandes perjudicados de toda esta historia, no reciben como se merecen una respuesta sujeta a derecho y fundamentada legalmente.

Ese es su derecho pues muchos han sido estafados.Es necesario llamar la atención a la delegada municipal de Urbanismo a que haga un ejercicio de responsabilidad, que diga los plazos claros si es que los sabe, que se meta en la piel una vez más de los afectados y, si todavía quedan más de 3.500 alegaciones que responder, que retrase la aprobación provisional un poco más en el tiempo. Además, si ya ha resuelto 5.000, informe a los afectados para que puedan preparar con tiempo sus alegaciones, se lo debe al pueblo.

Hay que aunar esfuerzos y concluir un documento que ponga fin a una etapa de resaca plagada de corrupción urbanística y construcciones ilegales. Tiene la obligación de ser una Corporación nueva y diferente y mejor que las cifras de aprobación de este documento no bailen y que se apruebe uno lo más justo posible, aunque tarde más en el tiempo.

No cabe duda de que incluso los afectados han dicho que valoran el trabajo realizado por el Ayuntamiento. No ha sido fácil que tanto la Junta como el Consistorio hayan llegado hasta donde han llegado. Ambos han trabajdo duro, por eso... ¿de qué sirve correr ahora? ¿vale la pena aprobar el PGOU en el Pleno de julio si no se da respuesta a todas las alegaciones con fundamento de derecho? ¿Hay 5.000 alegaciones bien fundamentadas y con las que quedan van a ir deprisa y corriendo? Las prisas no son buenas consejeras.

Como decíamos anteriormente, el asunto es serio y necesario, ahora más que nunca, un ejercicio de responsabilidad acorde al cargo que ocupan. Responder a 116 alegaciones diarias no se hace en un mes, aunque estén clasificadas por tipo y estas respuestas puedan acelerarse. Han tardado cinco meses en realizar esa clasificación y en estudiar 5.000. Quedan más de 3.500 y faltan medios técnicos y humanos para dar respuestas a todas ellas. Las matemáticas no fallan. Falta tiempo y personal municipal para responder a todas en ese plazo.Por otro lado, cabe destacar que Echevarría ha reconocido en rueda de prensa que si no se aprueba en el pleno del mes de julio, lo hará en el siguiente. ¿Cuándo es el siguiente? En agosto todos sabemos que no hay pleno, y los concejales no son partidarios de abandonar sus vacaciones, por lo cual, mínimo sería en septiembre. Si pasa esto, el documento irá con retraso para su aprobación provisional. ¿Pero es eso malo, pasa algo si se retrasa? Lo importante es dar una respuesta seria a cada caso particular para luego proceder a una exposición pública de esas modificaciones con un tiempo suficiente para volver a presentar alegaciones.

De momento, Echevarría ya prepara el terreno para cargarle el muerto, una vez más a la Junta de Andalucía diciendo que están intentando ponerse de acuerdo con todas las consejerías implicadas para reducir los plazos.Desde luego, algo no pinta bien, como tampoco pinta bien que se reúnan en el Ayuntamiento con el presidente de la Plataforma de Afectados del PGOU, José Ortiz, un día después de la rueda de prensa triunfalista del pasado miércoles.

El objetivo de este encuentro era tranquilizar a los afectados. ¿Y por qué hay que tranquilizarlos? ¿Qué está pasando y no sabemos? Esto demuestra no más que existe temor entre el colectivo de afectados de que se den respuestas genéricas y no fundamentadas sujetas a derecho. Un “aceptamos su sugerencia, pero la respuesta es no”.

Hay que ser serios porque hay un ambiente de escepticismo porque, como ya afirmó el coordinador de Urbanismo del Ayuntamiento, Juan Carlos Fernández Rañada, habían comenzado por estudiar las alegaciones “más sencillas”. Modificar el PGOU, sobre todo, en lo que concierne a las zonas que afectan al centro de la ciudad es un trabajo de monos. No es quitar una cosa y poner otra encima, donde había viviendas, ahora pongo un colegio, esto no es así, hay que fundamentar. Démosle la confianza justa a las palabras de Alba Echevarría, un voto de confianza, pero queda claro que el pueblo espera respuestas serias y dignas de un Ayuntamiento nuevo que dé ejemplo y no haga más de lo mismo. Marbella necesita un PGOU, pero serio y justo.

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